Es triste ver como miles de almas caminan solitarias, en
silencio, a través del tortuoso camino que les supone la vida. Corazones
grises, llenos de susurros que querrían haber sido gritos pero que nadie
escuchó lo suficiente. ¿Cuántas historias guardará el eterno y profundo mar de
los deseos perdidos?
Sólo querían ser encontradas, y que se les explicase el sentido de su todo. ¿Cómo van a darle valor a algo que sólo les ha provocado amargura, agonía y esfuerzos que han acabado por no servir de nada?
Veo un mundo triste. Veo ojos apagados, sonrisas fingidas y un cansancio casi sólido que cae sobre los hombros. La propia existencia se convierte en una carga, y el por qué cada vez va más acompañado de la busca de una respuesta que lleve a afirmar que no vale la pena. Que nada vale la pena.
La esperanza es ya una palabra muerta, muerta como la felicidad que un día creímos haber poseído. Nos estamos hundiendo en las arenas movedizas de la desgracia humana.
Sólo querían ser encontradas, y que se les explicase el sentido de su todo. ¿Cómo van a darle valor a algo que sólo les ha provocado amargura, agonía y esfuerzos que han acabado por no servir de nada?
Veo un mundo triste. Veo ojos apagados, sonrisas fingidas y un cansancio casi sólido que cae sobre los hombros. La propia existencia se convierte en una carga, y el por qué cada vez va más acompañado de la busca de una respuesta que lleve a afirmar que no vale la pena. Que nada vale la pena.
La esperanza es ya una palabra muerta, muerta como la felicidad que un día creímos haber poseído. Nos estamos hundiendo en las arenas movedizas de la desgracia humana.